DE PHOCION.
quanto debilitados por la ruina de las leyes,
no se juzgaban en seguridad. Temieron
á
los
vasallos, que la delicadeza, vanidad,
y
ri–
quezas habian hecho floxos, é insolentes ; y
estando sn Reyno sin defensa , y turbado,
mas por desasosiego , que por t11multo, que–
da destinado
á
ser el objeto del primer con–
quistador, qne quiera apoderarse de él.
L as historias nos ofrecen mil exemplos
semejantes. Esclavizados los Medos por los
Asirios, perdieron las buenas costumbres,
y
las leyes, que debian
á
la sabiduría de D e–
joces. D exaron de ser felices; y en una gran
prosperidad prepararon una conquista facil
á
los Persas , los que fueron tan presto debi-
1itados, como vencedores, que,
á
su
cxem–
plo, afeminados,
y
corrompidos, fundaron
un grande Imperio, que por todas partes
anunciaba decadencia. i Qué buena leccion
para la Poi írica , si quiere conocer sus obli–
gaciones! ¡Os hablaré, amado Aristias, de
las desgracias domésticas de la Grecia ? N ues·
tros brillantes sucesos durante la guerra de
Medo, donde no hacÍ•rnos mas que defen–
dernos , han sido capace de hacernos aban–
donar las virtudes de n uestros padres. iQ ué
crueldades no causan en un Pu<blb los su–
cesos de una guerra emprendida por ambi–
cian , y
avaricia!
La época de
la
an1bicion,
y
de la decadencia de Arhenas es la misma.
os