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ENTRETENJMJENTQS
domésticas, hasta llegar
á
ser la presa de un
enemigo extrangero.
¿Quereis otro exemplo del poder de las
costumbres? Mirad
á
Egipto,
y
vereis, que
si
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1
~
menre , como infelices, y desgraciados en el interior , tuvieron
al fin la misma suerte que los demas Griegos , sujetos al domi–
nio de los Romanos.
La fortuna de estos, es un:i fuerte prueba de la verdad.
que enseña aquí Phocion á Aristias, esto es , del poder de
la~
buen3s costumbres. Contrilruyeron esras mas que todo
á.
im–
pedir, que las quejas que se sublevaban entre los Patricios, y
Plebeyos, despues del destierro de los Tarquinas, no perdie–
sen
á
una República, que empezaba
á
nacer , llevándola
á
exe·
cucar las últimas violencias. Estas mismas quejas , seguidis de
las mismas costumbres buen3.5, establecieron en Roma un Go–
bierno mixto , cuyas proporciones eran con poca diferencia
las mismas que en Lacedemonia. Miemras que las costumbres
conservaron su autoridad , manifestaron los Romanos justicia,
y
moderacion en sus controversias; y la division del poder
entre los Cónsules , el Senado, los Tribunos,
y
el Pueblo,
subsistió en un punto de igu3.ldad , propio para hacer dichosa,
y
floreciente una República. Desde que Roma se ensoberbeció
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1
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fuertes que sus Censores.
Estos
Magistrados exercieron sus
funcioni:s con la mayor consideracion: finalmente temieron,
y
luego aniquilaron el poder páblico las pasiones desenfrena–
das. No podian hacerse ro!spetar las leyes por unos Magistra–
dos , y unos Ciudadanos, que todo lo crei3.n permitido para
satisfacer su avaricia, y ambician, presagio infalible de las
guerras civiles, por las que iban á deshacerse los Romanos , y
que habian de sujetarles
i
unos Emperadores, que nos pinta
la bistori3. como otros tantos monstruos. No hubo mas virtud
en el Imperio Romano, y vino á ser la presa de Jos
Bfr–
baros.
Pero si se reflexiona, se persu3.dirá aun mas, esto es , que
13 libertad sin costumbres, degenera en licencia ;
y
que esta
necesariamente produce·ta tirania domés1ica , 6 la servidum–
bre
4
una PolCncia extrangera. Un AulOr célebre dice, que
pod.iae.sistir la Monarquia sin virtud,
y
gobernarse por el
honor; pero quando-explic:t lo que enliende por bonor,
:.e
ve
que este es la virtud ,
ó
que nada
enti~nde
de uno , ni otro.