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ENTRETENIMIENTOS,
para el bafío, el paseo,
y
el descanso. La mesa
era como un altar erigido
para
Ja templan–
za: se
inedia el vino,
y
jan1as
se servian
mas
de dos manjares, que siempre eran los mis–
mos. Ninguu fausto insultaba en palacio la
condicion
qe
Jos vasallos;
y
así no se inspi–
raba soberbia
á
su Seiíor. En
fin ,
Aristias,
aun
el
an1or , pasion
tan i111periosa,
extcn~
dida ,
y
gustosa ,
era
una recreacion para
despues del trabajo ,
y
esta era la
ley,
que
cerraba,
y
abria el guarro de la Reyna al del
l'ríncipe.
Así hicieron los Egipcios su felicidad.
No contenia aquel pais mas que una nume–
rosa familia , de que era el padre eJ Monar–
~a.
Siempre Rey el Príncipe, no tenia tiem–
po de ser hombre. El constante método de
sµs operaciones, acostuu1braba su espíritu
.í
Ja regla:
y
en todo tenia Jugar el arre,
y
la
industria, que nosotros empleamos inuti!–
inente, para impedir que los Ivfagistrados
apusasen de la autoridad que les era confia–
da . E staban apagadas las pasiones en
el
cora–
zon de su dueño; y no pudiendo desear, ni
querer sino el bien , les irnportaba poco
á
Jos
E gipcios tener esta libertad, de que somos
nosotros tan zelosos. Siempre imparciales,
y
justas las leyes , aunque hechas por un hom–
bre solo , eran igual mente amadas ,
y
respe–
tadas de todas Jas c137es del Estado. A sí su-.
ce•