DE PHOCION.
4
I
tes :' decimos
que
es degradar
á
los Magistra–
dos
el
ocuparlos en nuestros cuidados do,
1nésticos ; pero realmente solo querernos
n1antener in1punen1ente nuestras
n1alvadas
costumbres. Disgustados de
la
sinceridad de
nuestros padres , deseamos el
f~usto
,
y
ele~
g.ancia aun en las virtudes, que
es
conocer
bien mal su naturaleza,
y
el lazo que las une
unas con otras.
•'
No creo con facil idad las
qualidades.su·blimes de estos héroes,
á
quienes alaba
Úú
gran teatro de locos espectadores. Solo por
el exercicio de las virtudes domésticas se
prepara un Pueblo á la práctica de las públi–
cas. El que no sabe ser ni marido, ni padre,
ni vecino , ni amigo , no sabrá ser Ciudada–
no. ¿Pensais, Aristias , que los hombres sin
virtud ,
y
acostun1brad6s
á
obedecer
á
sus
pasiones en
el
centro de sus familias , si–
guiéndose unos
á
otros en
el
extraivío del
o rdinario curso de la vida , tomarán repen–
tinamente nuevo genio,
y
nuevas ioclina–
ciones entrando en el Senado ,
ó
en algun
puesto público? ¿O que sus pasiones ,
y
vi–
cios no se atreverán
á
inspirades
la
maldad,
segun tienen costumbre, quando se trate de
deliberar sobre los intereses de la Repúbli–
ca,
ó
de decidir su suerte? No l<.> esperaba
Licurgo ,
n1enos
presuntuoso que nuestros
Sofisticos,
y
Oradores ,
y
así tuvo una par-
ti-