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EN:rRETENIMIENTOS
•preeminencias del alma , con
las
pru•
dentes
leyes , que nos prescribe
la
ra–
zon.
.
¡Ah , mi querido Cleophanes , que no
.habeis sido testigo de nuestra conversa–
cion ! Si
vi~rais
á
Phocion, aquel que en los
tumultuosos debates de nuestra plaza públi·
ca, supo sieinpre
conservarse
sereno, irse in–
>ensiblemente enardeciendo en fuvor de Jos
Intereses de la razon , y la virtud , por–
que vió se les daba distinto origen, sien–
do comun su causa ,
y
hablar con tan in–
flamada, eloqüencia , que yo no os puedo
ponderar.
La
autotidad
Joven ,
á
quien han dado Jos Dioses
G~e P~!~;~~
un corazon recto ,
111i
9uerido Ar.istias,
yo
d~ ~~d~ig
1
~~
r;>s ruego no corron_ipa1s
~ste
precioso
don,
males de
¡,
que os han concedido. St la razon no es
Sociedad.
mas que una preocupacion , inferid de es-
to , que la virtud tampoco es otra cosa,
que una palabra inutil , y sin sentido: vos
la
desterrais de
la
tierra , iy qué espanto·
sa se nos volvería entonces la•morada, que
estuviésemos obligados á habitar! Los ti–
gres serían menos peligrosos para el hom–
bre, que el hombre mismo. No: no cer–
reis los ojos
á
la verdad , que por todas
partes os ilumina. ¿No es evidente que
el
imperio que dexamos usurpar á las pasio·
ues, es
el
origen de todos nuestros males?
¡Plu·