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ENTRETEN!MJENTOS
te dicha? ¿Lo que seria sabio en la Gre–
cia , donde queremos ser libres , se baria
vicioso en Ja Persia, que ama la servidum–
bre. ¿La Arcadia , situada en medio del Pe·
loponeso , puede proponerse el mismo ob·
jeto que Corintho? ¿ Nosotros , que culti–
vamos una tierra esteril
,
é
ingrata ,
hemos
de imitar á un Pueblo ,.que habite Ja fer–
::i
Laconia? Supuesto , pues, que la socie–
dad tiene segun Jos lugares,
y
tiempos
diferentes necesidades; y supuesto tambien,
que las nuevas circunstancias,
y
una re–
pentina revolucion hacen
á
lln Pueblo muy
diferente de lo que era antes, ¿no debe·
rá ser la principal atencion de la política
el variar sus principios ,
y
conducta?
Que varíe el modo de aplicar sus prin–
cipios , lo concedo , respondió Pbocion:
ya porque todos los Pueblos, que se enga·
ñan , no
~stán
en el mismo grado de error,
y ya porque unos están mas remotos que
otros del camino que conduce
á
la felici–
dad. ¿Pero creereis, querido,Aristias, que
siguiendo lo extraño de nuestros gustos,
debe tener la
naturaleza ,
tan inconstante,
y caprichosa como nosotros, diferentes gé- .
neros de felicidades para
distribuírnoslas~
No: no tiene mas que uno; que ofrec,e
igualmente á todos los ho1nbres ,
y
ha
de principiar la política por
el
conoci-
n1ie11..