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IO

ENTRETENIMIENTOS

vos, ó Phocion , podrá guia;·me en esta

carrera, donde por justo título habeis ad–

quirido tan grande reputacion

á

la cabe–

za de nuestros Exércitos , en el Senado,

y

en la plaza pública? Yo no sé por qué van

tan mal

nue~tras

cosas ; porque

á

mas de no

ser muy bárbara Athenas, tiene todo quanto

necesita para ser la primera República del

';-undo : todo abunda aquí de todas par–

tes : nuestras riquezas , talentos (

1),

é

in ...

dusrria atraen á nosotros las delicias de

todo

el

Orbe : nacidos

á

cultivar las Ar–

tes, las perfeccionamos : ha pulido la Fi–

losofia nuestras costumbres ,

y

hemos apren–

dido

á

hacer füciles , cómodas y agradables

las virtudes :

el

amor de la gloria sabe se–

pararnos sin violencia de los plaeeres ,

y

poseemos en excelente grado

la

discrecion

de saber gozar las ventajas de la sociedad.

Y sin desvanecernos , ¿no podernos mucho

mas

(1)

Lo que dice aquí Aristias en abbanza de su patria. se

parece mucho

á

lo que se halla en el elogio fúnebre, que

pronunció Pericles en los funerales de los que'habian muer–

to en

la

primera campaña de la guerra de Peloponeso. Tu–

cydides

ltb.

2.

cap.

7. Semejante

discurso

es digno del Ora ...

dor que le! hacia : esto

es

, de un Magistrado , que para ha–

cerse mas poderoso babia corrompido las costumbres de su

República. No h:tblarian asf Aristides, Tcmistocles y Ci–

mon. Las qu:ilidades que Pericle.s alaba en los Athenienses,

son otros 1antos vicios disfrawdos con aric : baxo los enga·

ti.osos adornos

de

la eloqíicncia. Quando

los J\1henicnses

siempre vanos,

y

deseosos

de

alabanza, no 1uvieron virtudes,

tomaron

el

partido de alabar sus vicios , y sacar de

ellos

mas

vanidad, que

correccion.