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PROLOGO DEL TRADUCTOR
babia gozado
tranquilament~
despues que
obedecia las sabias instrucciones de Licurgo.
Hiciéronse estos dos P ueblos varias injusti–
cias,
é
injurias;
y
en fin se declaró la guerra
entre ellos. Desde este momento la emula–
cion, que babia producido mil virtudes en
Jos Griegos, se convirtió en un zelo, que
originó mil vicios. Todas las Repúblicas de
la Grecia se mezclaron en esta pendencia:
olvidaron que renian un n1ismo origen, que
no formaban sino un Pueblo, y que su
alianza era
el
fundamento de su libertad:
no se conoció nias regla, orden , ni suborw
dinacion : solo se atendió a la venganza ,
y
ambician;
y
cerca de treinta años, que
Athenas ,
y
Lacedemonia altercaron sobre
el imperio de la Grecia con obstinacion, ni
sus esfuerzos inútiles, ni los males que
se
hacían, ni su debilidad, que eran
el
fruto
que sacaban, fueron capaces de ponerles de–
lante sus intereses, ni de hacerlas conocer,
que corrian
á
su ruina.
"
Todo
el
mundo sabe
el
fin desgraciado
de la guerra del Pcloponeso. Sitiados Jos
Athcnienses por
111ar,
y
tierra, fueron obli..
gados
á
recibir la ley de un vencedor, tan–
to mas dispuesto á abusar de los derechos
de la victoria, quanto sus sucesos Je habian
costado mas trabajo. Vió Athcnas dest<uir
sus fortificaciones: Lisandro la abolió el
Go