XVI
PROLOGO DEL TRADUCTOR
nerla for midabfe
á
sus enemigos. Los Pue–
blos, acostumbrados hacia mucho tiempo
á
huir con sus mas preciosos efectos de los
paises adonde se acercaban los exércitos de
Athenas, los veian atravesar sus tierras sin el
menor
mi~o,
quando les mandaba Phocion.
En efecto , parecia que recobraban su antiguo
espíritu marchando baxo las órdenes de este
nuevo Aristides: veoian delante de él con
coronas de fiesta ,
y
vestidos de flores : le
traian refrescos : hacia tan humanos como
valientes
á
sus soldados: era su virtud la
prenda de la seguridad ,
y
fe pública;
y
nin–
guna Ciudad,
y
ningun puerto estaban para
él
cerrados.
Phocion mantenía en Athenas, aunque
viciada , las costumbres sencillas,
y
frugales
de la antigua L acedemonia : nacido en una
mediana fortuna, amaba su pobreza : miró
las riquezas como incómodas al sabio ;<-;,e
sabe pasar sin ellas;
y
como un
tropi~~
>-'
pa–
ra la virtud , que ilo ha llegado
á
despi·eciar–
las. Rehusó las gracias, que quisieron hacer,
le Alexandro,
y
Antiparro. Condenado co–
!no Sócrates por una Asamblea del Pueblo
á
beber la cicuta, no tuvo dinero con que
pa~
gar el veneno, que se le preparaba.
" Ya
que
~es
menester con1prar
la
n1uercc
á
Athenas,
·,,decia
á
uno de sus a1nigos, satisfaced1ne
es–
,,ta deuda ,
l'
dad docedragmas
al
executor."
So-