DEL GRIEGO AL FRANCES.
XVU
Solo él se mantuvo tranquilo etJ esta tu–
multuosa A samblea, que le condenó, de la
qua! no se exclu yeron los esclavos, los
ex–
trangeros , ni aun los hombres notados de in–
famia. ·L a gente de honor no sacó de .allí
mas que · su consternacion;
~
desanimada
con un espectáculo tan propio para intimi–
dar la virtud , si él no la inspirase un gene–
roso desprecio de la muerte , gimió ,
y
baxó
los ojos , viendo a Phocion acusado,
y
car–
gado de grillos. "Reprobamos en nuestros
,,padres la muerte de Sócrates,
y
la posteri–
,,dad, debieron decir, nos vituperará eter•
,,namenre por la de l'hocion. No le juzga.–
,,mos, sino le
ascsinamo~.
i Infelices Athe–
,,nienses , qué suerte tan funesta nos aguar;"
"da , supuesto que es este el aprecio , que
,,damos
á
la virtud!"
·t
.
Yendo á su prision , despue·s de
h~ber
oi-
\ .Ji·b la sentC::ncia, dice Plutarco, que conser–
"{~/,Phocion
la
misn1a~presdncia
de ánir:nd>;
que quando salia de las A$am.bleas de la. pla–
-za pública á las aclamaciones del Pueblo, pá–
ra ir á ponerse á la cabeza del exército , ó
quandolparecia en
el
Senado, despues de ha–
·ber vencido los enemigos..<ruvo la. ge1rei;osi!
dad de perdonar su muerte
á.
los Ciudada–
nos;
y
mandó
i
su hijo, que jamas pensase
en vengarse de ella. Abrieron presto los ojos
los Athenienscs sobre su inju5'ticia,
y
cono-
cie-