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ENTRETENIMIENTOS
Despues de las reflexiones , qtie hemos
hecho hasta ahora , podeis sin trabajo forma–
ros una regla para juzgar de la importancia
de las leyes. L as que son mas propias para
templar nuestras pasiones,
y
para arreglar
las costumbres
públi~<Son
tambien las
mas necesarias ,
y
delfen
~onsiderarse
con10
las mas sagradas. No es lícito despreciarlas
en algun tiempo , en alguna circunst-ancia,
ó
baxo qualquier pretexto. Menos espantado
quedaria viendo tomar
á
las mugeres nue–
vos adornos,
y
afectar nuevas gracias, que
de qualquiera conmocior¡ en la plaza públi–
ca,
ó
de Ja ambicion de un Magistrado, que
quisiera elevarse,
y
ser superior
á
sus com–
pañeros. Quando subsisten las leyes de las
buenas costun1bres, están las de1nas en segu–
•·idad; pero su decadencia introduce necesa–
ria1nente
la
ruina
del Gobierno.
Aunque todo vicio sea pernicioso, así co–
¡110
toda virtud es util , es preciso no aban–
donarse
á
un zelo ciego,
é
indiscreto, c¡uan–
do se medita en la reforma de una Repúbli–
ca corrompida. Se debe proceder con cierto
n1étodo. Así
con10
hay
virtudes fecundas,
que se prestan un n1utuo socorro,
y
q ue
debe cultivar la Política , principalmente en
una República que todavía las posee, hay
tan1bien vicios, que sirven con10
de
01atriz,
y
fogon
á
la corrupcion;
y
para esto es para
lo