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encarna una idea, refl eja una civilización

y

sin–

tetiza una é poca histó rica, es e l otro; es el filó–

sofo mí s tico, el fil ósofo del

éxtasis .

Eh

Dios, princ ipio un o, eterno, incom prensi–

ble, existe una trinidad uni da hi pos tá ticamente,

que es la unión e n potencia, no e n esencia co·

mo enseíla e l Cristianismo. Esta trinidad se ha–

lfa formada del

Uno,

acto puro, indivisible

y

ab–

soluto; de la

Inteligencia,

que como creación

d e l

Uno

es me nos puro que él;

y

que represen–

ta e l mundo inte li gib le, el idea l, sin conocimien–

to

y

si n movim iento;

y

del

Alma universa/,

pro–

du ci la po r la

l 11teli.g-encia,

qu e, aunque tambi é n

sin co nocimiento ni movimiento, contiene todos

los gérme nes de la vida,

y

crea las almas parti–

culares; de donde todos estas tien

~n

un origen

divino. Impelidas por e l

Alma

univer.~af,

las

parti c ul a res descienden de los astro

y

rodean,

e n uni ó n hipostática,

á

los cuerpos. En el hom–

bre exi . ten tres principios: cuerpo, vida animal

y

alma, d otad0s di'! sus respectivas facultades;

y

de los que, na turalment , el alma es

el

ele–

mento s uperior, objeto de la ciencia. El fin de

la mora l no es la virtud ni el bien,

. ino la

unión a b olu ta con

ios, obtenida por una

· olución d ialéctica. El alma depurada de las

ifaq

ueza

y

exigencia .

el

1 cuerpo

y

de la · ida

a nima l, entra al reino d e lo inteligible

y

con–

t

mpla la

belleza;

la bell eza, a cendié11dola en

. cal a, la entrega lu goal

a11101',

quien se apo–

dera

á

u

ez de ella,

y

le en . eña lo que

ts

1

b1c11.

·El

fu

go d el

amor,

incondicionado

é

in aciabl , Ja onduce al éxta i , e tado supre–

mo en el que

1 alma, sin escu har ningun

s