-
57 -
encarna una idea, refl eja una civilización
y
sin–
tetiza una é poca histó rica, es e l otro; es el filó–
sofo mí s tico, el fil ósofo del
éxtasis .
Eh
Dios, princ ipio un o, eterno, incom prensi–
ble, existe una trinidad uni da hi pos tá ticamente,
que es la unión e n potencia, no e n esencia co·
mo enseíla e l Cristianismo. Esta trinidad se ha–
lfa formada del
Uno,
acto puro, indivisible
y
ab–
soluto; de la
Inteligencia,
que como creación
d e l
Uno
es me nos puro que él;
y
que represen–
ta e l mundo inte li gib le, el idea l, sin conocimien–
to
y
si n movim iento;
y
del
Alma universa/,
pro–
du ci la po r la
l 11teli.g-encia,
qu e, aunque tambi é n
sin co nocimiento ni movimiento, contiene todos
los gérme nes de la vida,
y
crea las almas parti–
culares; de donde todos estas tien
~n
un origen
divino. Impelidas por e l
Alma
univer.~af,
las
parti c ul a res descienden de los astro
y
rodean,
e n uni ó n hipostática,
á
los cuerpos. En el hom–
bre exi . ten tres principios: cuerpo, vida animal
y
alma, d otad0s di'! sus respectivas facultades;
y
de los que, na turalment , el alma es
el
ele–
mento s uperior, objeto de la ciencia. El fin de
la mora l no es la virtud ni el bien,
. ino la
unión a b olu ta con
ios, obtenida por una
· olución d ialéctica. El alma depurada de las
ifaq
ueza
y
exigencia .
el
1 cuerpo
y
de la · ida
a nima l, entra al reino d e lo inteligible
y
con–
t
mpla la
belleza;
la bell eza, a cendié11dola en
. cal a, la entrega lu goal
a11101',
quien se apo–
dera
á
u
ez de ella,
y
le en . eña lo que
ts
1
b1c11.
·El
fu
go d el
amor,
incondicionado
é
in aciabl , Ja onduce al éxta i , e tado supre–
mo en el que
1 alma, sin escu har ningun
s