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presentada. e n su panteísmo teogóni co, porcJlie
s ie ndo . u ob je tivo la
re ligió n,
á
ésta fueron á
convergir tod os s us sis te mas fil osóficos.
En la Grecia, escenario augusto do nde debía
brillar. como e n nin g ún otro pa ís, la inclividtn–
lid ad huma na; la filosofía adquiere un desarro ·
!lo, que e n va no trataremos de e nco ntrarlo se–
mej a nt e e n la In dia , y una variedad tan ext rao r–
dinaria en s us teo rí as, que hace im posible
la
abso rción de e ll as en un concepto ge nerador
y
trascend e nte.
Las influ e ncias topográficas
y
climatológicas
explican, e n gran parte, la causa d e es te anta–
gonismo en e l movi miento inLelectual de
la
In d ia
y
d e la Grecia. En ac¡uélla, ante una na–
turale za exp le nd icla, una a tm ósfera sofoca nt e.
y una vegetación de fecu ndid ad incompar:\ble;
e n prese ncia de un ter ri torio inmenso, que, e n
inacces ibl e fi e re za, e ncier ra teso ros
y
pe ligros
que la mente no puede calcular; territorio faja–
do por ríos, que no se sabe de donde vienen,
y
levantaclo, pa ra prese nta rlo aú n más
terr ibl e,
por
g i ~a ntescas
cordilleras, cuyas
cimas se
oc uhan amenazadoras e n las nubes; e l indi o. a l
compara rs e con aqu e lla
fu erza física que
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ab rumaba, sob recogido, se vió pequeño
y
débil;
s inti ó rni
F.do,y
cayó de n,dilla s para dirigi r, bal–
buciente é hi s térico, un a s úplica
y
un a ad mira–
ción á aquella im p lacable na tura leza. Se imag i–
nó que su se r e ra mi serable ma ni fes tación de
e lla, y s u pensamiento creó e l panteísmo; lu ego
medita ndo en que aquella ti e rra, tan mages tuo–
sa, ocultaba en sus profundidades secretos
y
mi~terio s,
su superstición creyó ver, en el
fon-