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creye ntes e n s us e ns e ña nzas. D eploro sólo e l
que, e n yez de dar vueltas a l redec;lo r de un
círculo ma cr r,ético in desc ifrable, para caer lue–
go embriagados; no pregunten
á
la cie ncia has ta
donde llegan los trasto rnos de nu es tro orga–
ni smo , que nos hace n se r víctima s d e alucim1cio–
nes
y
se nsac iones; que no le prPgunt e n si el fe–
nómeno pa tológico del fracc ion ami e nto ele nues–
tra personalidad, es tud iado po r emin e ntes sa–
bi os, no da la explicac ió n el e! papel que repre–
se nt a el medium
y
el ini ciado; si la fe , indispen–
sabl e para ob te ner los resultados qu e ellos nos
refiere n, no es
el
sí nt o rn "' de l<l pe rturbación·
psico-fi siológica,
clesarrol~ada
por la influencia
de
.Ja
ley d e la imitación
y
del contacto; si en
fin el hipnoti smo, fenómeno antes incompren–
sible
y
objeto de las más
ex travi~ das
inte-rpre–
tacio nes, no es una s·eve ra enseñanza, que nos
da la ciencia, de que es necesario bu sca r la ex–
plicación ele los hecho s, no por me.Jio de ilu–
siones y
mi~tici s rnos ,
si no por la ];:ibo r segura ·
de la obse rvaci ó n científica, que a l fin
y
al cabo
es aqu í dond e se e nco ntra rá la lu'z. El hipno–
tisn'o. presentado tal cmil lo enseña
la
ciencia
de hoy. ¿no es, acaso, un a Li z para d escifra r la s
tini t·blas e n que se ocultan mu chos d e aqu ellos
fenómenos CJUe asombr;:¡n
y
dominan á los teó–
sofos
y
esp iritista s;
y
no es tambi é n un a arma
pod e rosa contra su's éree 11 cias?
Tal vez.
á
primera vistt1, parezca que me he
detenido demasiado en
el
estudio de la filosofía
indi a
y
el!-'.
sus consecuencias. ·Esto sería exacto
si yo me hubi era propuesto aisladamente con–
siderar las faces de la histori é:. de la filosofía.