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21

-

tual

y

espíritu), y su natural eza, su vida

y

su

destino es tal cual los enseña la filosofía ind ia

que ligeramente he bosq11ejado.

(1)

'

La teosofía y el espiritismo son, como ya

he manifestado,

enseñanza~;

sumamente pe li–

grosas: ambas apartan nuestra actividad de l

mundo real

y

visible, en el que vivimos

y

a l

que debemos consagrar nu es tros cuidados, pa–

ra lanzarnos en pos de fantasmas, ele mundos

quiméricos, de promesas fatuas arra ncadas por

una imaginación . febril al caprichoso aviso de

signos cab:ilí s ticos

y

d e evaporáciones y reso–

nancias de ultratumba.

Raro

f!S

el discípulo que puede resis tir, tr;rn–

quilo

y

equilibrado, esta vertiginosa carrera : e l

sistema nervioso se altera hon damente, el ce–

rebro se hace ingobernabl e, se pie rden las fu e r–

zas reflexivas de nues tra inteli gencia, se tras–

tornan nuestros sentimientos,

y

nu es tra con–

ducta en la vida se sofoca en un égoismo indi·

ferente, para dejar sólo correr desalada, loca , á

una fantasía enferma.

Antes tan tristes resultados, espíritu s intran–

sigentes, no contentá ndose con comba tir la doc–

trina, han atacado, á man salva, á sus partidarios .

Muy lejos se halla de mi án imo e l seguir este

odioso camino: respetando la dignidad humana,

considero, á teósofos

y

espiritistas, honrados y

(

r) Las ob ras en las que la teoso fía se halla expne ta, con

más extensión. y acopio de ciencia y observaciones, es en

Tite Secret .Doctrine

de Blavat:.ky,

2'!-

edición 1888. Como

obras elemental es descuellan: Sinnet,

Esoleric Burlrlltism,

6¡¡. edición 1888; F. H artmann,

The Magic Wluie awl

13/ak,

3ra. edición 1889.