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tual
y
espíritu), y su natural eza, su vida
y
su
destino es tal cual los enseña la filosofía ind ia
que ligeramente he bosq11ejado.
(1)
'
La teosofía y el espiritismo son, como ya
he manifestado,
enseñanza~;
sumamente pe li–
grosas: ambas apartan nuestra actividad de l
mundo real
y
visible, en el que vivimos
y
a l
que debemos consagrar nu es tros cuidados, pa–
ra lanzarnos en pos de fantasmas, ele mundos
quiméricos, de promesas fatuas arra ncadas por
una imaginación . febril al caprichoso aviso de
signos cab:ilí s ticos
y
d e evaporáciones y reso–
nancias de ultratumba.
Raro
f!S
el discípulo que puede resis tir, tr;rn–
quilo
y
equilibrado, esta vertiginosa carrera : e l
sistema nervioso se altera hon damente, el ce–
rebro se hace ingobernabl e, se pie rden las fu e r–
zas reflexivas de nues tra inteli gencia, se tras–
tornan nuestros sentimientos,
y
nu es tra con–
ducta en la vida se sofoca en un égoismo indi·
ferente, para dejar sólo correr desalada, loca , á
una fantasía enferma.
Antes tan tristes resultados, espíritu s intran–
sigentes, no contentá ndose con comba tir la doc–
trina, han atacado, á man salva, á sus partidarios .
Muy lejos se halla de mi án imo e l seguir este
odioso camino: respetando la dignidad humana,
considero, á teósofos
y
espiritistas, honrados y
(
r) Las ob ras en las que la teoso fía se halla expne ta, con
más extensión. y acopio de ciencia y observaciones, es en
Tite Secret .Doctrine
de Blavat:.ky,
2'!-
edición 1888. Como
obras elemental es descuellan: Sinnet,
Esoleric Burlrlltism,
6¡¡. edición 1888; F. H artmann,
The Magic Wluie awl
13/ak,
3ra. edición 1889.