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. GLORIA
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té
" puso 'su carne 'mortal en
~l
de la
d~l'echa. ' Más
lejos
toma~on
asiepto_
el
cura y el secretario.
D. Buenaveníura habia salido para
'V
0,1
ver
pron~o
•.'
,
La 'cara angelicí,tl
del , ~feiior
Arzobispo reve..
~aba pr~ocupáción,
pero en muy poca dosis. .,
~staba
cO,mo el cielo cuando hay
e~
él :una
s?la nube'.
A,
veces ',sonreía, · como queriendo
,
dal~
'á
entender su deseo
d~
ver alegres
ti
,los
demás; pero .Serafinita fruncía el
c~no/ '
porque
las cosas
g~a
ves exigían', según ella,
la-
mayo:r
compostui'a. Gloria miraba alternati v'a'mente
al suelo y
á
su tío, como el que, no tiene .más
que'
dos pensamientos: la muerte
y
Dios.
O
por llanto reciente
ó'
por
Una
exagerada movi–
lidad de su corazón y de
su
sangre', 'anhelantes
j
de ,vida, se habían encendido con vivos . colo- _
res sus
~ejillas,
tanto tiempo pálidas. Aquel
abrjl' de las rosas de su cara parecía
~nunciar ,
. una primavera tras tantas tempestades,
y
con
,
'
ellas había r,enacido todo el 'esplen.dor de su
hermosura.
~'Pero
¡qué gra,n diferencia desde ,
que
la
vimos por primera vez1 La inquietud
gr.aciosa y las 'volubles miradas de entonces se
mudaron en una actitud reflexiva
y
ciréuns~
pecta, cual
"si
para ella
no
hubiera ya más
mo- .
tivo de atención
que
ella misma. Desde 'enton- .
ces, hasta e! momento en
qu~ ~hora
la vemos,
,
.
,
,
"
.
...
.
-
.