• I
,
/
GLORIA
.
,
in8trucció~ eva~gélic8,
á
éfectuar las prácticas
que yo le indique,
á ..•
~ ·. ..
.
D. Angel se detuvo, distraído por uno de
esos accidentes importunos que
sue~en
turbar
la
solemn~dad
de las escenas 'capit,ales de la
vida, como un duelo, la agonía de uI? IDori-
. bundo, la celebración de
u~
contrato. Son por
~
lo comúñ . dichos
a~cidentes '
importunos un
gato que
~ntl'a
m'etrendo :tuido, plato .que se
rompe
,ó
sombrero que cae rodando de una.
-Edila y suena huecamente al dar en el suelo.
Pero en aquel solemnísimo momento ' no' fué
Nada de esto lo que, hizo callar al seilor Car–
denal, sino la aparición inesperada de un hu–
man~
rostro
~n
la puerta de la sala, suave· '
,mente abierta. Era la cara de D. Juan Ama- ,
rillo.
\
. Reinó silencio én la sala,-
y
con el silencio
'un es·tupor
profundo~
pues el seilor Alcalde no
venía solo. Con él venía -Madama Esther.
~l
..entrar la sefiora, levantáronse todos, incluso
el se,fior Arzobispo; pero ninguno decía nl\da.
El primero que habló, turbadísimo, fué Don
Juan Amarillo, que dijo:
. cPerdóneme Su
Emine~cia,
perdónenme to–
d9S,, '
si entro... Vengo como autoridad.
-¡Como autoridadl»
Serafinita contemplaba la escena con la cal-
r
-