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B. ll-tREz GALDÓS
fué de dos horas largas. Al sálir' de la capilla,
la joven tenía los ojos encendid08; 'pero su apa–
riencia era la de un alina tranquila
y
confia–
da. Oraron ' con
Su
Eminencia en la .capilla
durante otro rato_DO pequefiQ .Gloria
y
Sera–
fin_Ha, mientras
D.
Silvestre
y
-D.
Buenaven–
tura, charlando en el jardín, chupaban mag·
níficos puros, concupiscencia que no está lite-
ralmente "comprendida en-
laB ~
abstinencias
propias de la semana de' vigilias.
,
I
El día
er~
por demás placentero. No_corría
aire,
bi
la más Qelicada mata de los árbo.les se
movía; no
s~
oía el ruldo del m-aro _Todo era
silencio
y
q
l1ie~ll:d,
cual si en-. la Naturaleza
hu–
biera soleínne paüss de expectativa,
ó
el asom–
bro precursor de un gran suceso. Su Eminencia
marchó al fin
á
la sala, seguido de las dos mu-
- jeres, á punto que del despacho bajaba el doc–
tor Bedefio, después de escribir
varia~
cartas
por orden del Prelado.
Nin~uno
hablaba"
y
e~
la familia toda notábase una actitud de medI–
tación
y
solemnidad, setial evidente de que–
para
t~dos
los individuos de ella aquel día no
era como los demás.
Entró
D.
Angel en la sala
y
tomó asiento
en el sofá, que era en tal sitio lo que el altar
en la Iglesia,
y
á
su sobrina le sefialó el asien–
to de la izquierda, después que su hermana de-