XXIX~
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, El
cate,cúmeno. '
~
.
.
~
El Sábádo Santo ofició
Su
Eminencia en
)a
~
_Abadía,
celebrando-
las
hermosas cerelDonias
de
la
bepdición
d~l
agua
y
~l
fuego.
~né
luego
á
su
casa rodeado
de
inmensQ gentío
f
y
comió
con
toda
la fam
ili
a
y
,con '
el
cura,
á
quien
no
. ces,aba de felicitttr
por su
sermón de la Sole–
- dad, pt:edicado e),1 la tarde del 'día
anterior.
El
buen Romero,
emple~ndo
las
figuras más
pa,
téticas, .dando realce á las ideas por
mediCl
de
la
expresión.,
del dramático gesto,
de las
infte
4
D ones vocales, había hecho llorar
á
tod~
el
auditorio. Cuando dirigió la
palabra
á
la pro–
pia imagen de la Soledad,
diciéndole:
.8e110-
ra,
¿dónde esta vuestro amado Hijo?-
UD e8-
tremecimiento de
éompasión
corría por
toda
la
Iglesia de alm·a en alma,
y
aquel
mar
se
albo–
rotaba con
ola-s de
congojas
y
vientecillo de
suspiros.
Después
de
la comida, pasó algún
tiempo
dedicado
á
conversación grata sobre diferentes
asuntoa,
y
D.
Silvestre ponderó el
buen estado