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B. PBBEZ GALDÓS
-
da
Y rechaza
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demás. Sus creencias no pue–
den ser más endebles: lo sé yo, que he recibido
los secretos más íntimos de su conciencia,
l.
cual el amor ha transparentado ante mis _ojol.
Es un alma llena de dudas acerca de lo mál
.
fundamental. Me ha confiado las rebeld18s
d,
su razón,
y
oyéndola, ¡cuántas veces he deflea–
do tener coyuntura de sembrar en aquel espl–
ritu una semilla nueva! Toda su doctrina re"
ligiosa vendrá abajo de un soplo, madre mía.
En ella no existe sólido y temible más que l&,
fascinación de Cristo, de .aquel hombre ex-
Jtraordillnrio que supo presentar las verdades
antigua s con- {Ol'ma seductora. Tiene aquel
sentimieuto fervoroso que se deriva de la com–
pasión y de lá admiración, porque nada con–
mueve tanto como el padecimiento, nada con·
quista los corazones como el espectiiculo de
una víctima. Esa simpatía por el mártir
CODS–
ti
tuye el nervio de la religión cristiana.
Más
prosélitos. ha hecho la compasión que todos
los principios
y
todas las ideas... La humani–
dad es
aéí:
hace muchos siglos que se ha
vuelto mujer, qejándose dominar por los
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rones.
- -Pues yo te digo-replicó Esther con enero
g18,-que antes te beberás todo el mar que
arrancar del corazón de una mujer cl'istia a