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.
288 .
B. PÉRBZ GALDÓS " , '
, e
Un
hijo
q~e
se
llamja'
~e8ú8-atladió ~a. .niel
con
sarCRa.IDO
parecido
al
de aquellos
que
.:" .'. de.cían:
Si
eres hiJo
de'
Dios, b-aja de esa cruz.
, '._ . '-¡Un
.hijol--gritó' Madama
Spinoza.-¡De
esa ·muJer!...
.
-¿Concibes
tú
(].ue
le,
ahRnuone?
¿Concibes
que deje en m'anos
d~
108
C.1
~ólicos
á
ese infe–
liz·nifio,
r~producci6n'
de
n1í
mismo? El ha
en–
.cendido'-
en
mi corazón los sentirniúutos
más
d·elicados .
y .
~ás .
puros.
Me "ha -bastado saber
que
existía
para
reconoc~rme
.
otro: croj"úndo–
.'
~e
capaz
~e
los
m~yores
sacrificios. Veo en él
al heredero de mi
llo.m-ore.,
de mis creoncias,
- ¡.
de mi persona
toda;
y
la
idea
de
que no
ha
de
vivir 'al .lado mío, de que
recibirá
de
persona
.'. extra11't\ el
pao
de la
insiiFl'Ucción,
me aterra,
-madre querida. Supón ,qu e-cuañdo
yo
era
rríf10
me
hubieran
arrancado los papistas
de '
tu
se·
1) 0,
cual otro nifio .Mortarfl., criándome en e)
/"
odio
de nuestra r aza
y
enseñándome
ámalde-
cir tu
nombre.
-No
~jgas
tal;
cá lla te.
-¿No hace fuerza en
tu
mente esta
razón?
~Alguna-repuso
Esther con
perplejidad;
-pero nada
justifica el
engafio.
-Dios ve mi
conciencia.
¿Qué
impqrta
en-
ga fíar
al Nazareno? ¿Acaso él, que fe
ll amó
Dios
sin serlo,
merece
la
verdad?eo
Mi
con-