I
• f.
XXVIIi
Q
Deli rlo.-Fanatismo.
Durante breve pausa, la madre
y
el hijo se
eontempIaron.
«¿Pero no mehas 'dicho, nohas resuelto.•.
?-.-'
manifestó Esther llena de confusión.
-Usaré
l~
palabra propia, aunque
á
prime–
ra vista me desfavorezca.
Mi
conversión es
Ull3
. impostnra.
,
.
-Expltcamelo bien, porque
me
vuelves
loca.
-Mi conversión es una mentira•.. ¿no sabes
lo que es una mentira? .•
-Tú
me lo has dicho.
,
-Es que determiné que este engafio no
fue–
ra
de nadie conocido. Lo he revelado por es–
erito
á
mi padre. A
tí
debo revelarlo también.
-¿Luego, engadas
á
esa pobre joven, en–
gatlas
á
una honrada. familia?-dijo. Esther
apartando de si con ambas manos la cabeza
de su hijo.-¡Daniel impostorl
Lo
que ahora
me revelas es tan indigno de
tí
como la apos–
wia. To
corazón
S9
ha corrompido.
Tú
n~