GLORIA
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improviso mi espíritu·. Sentí la alegría del que
B~
ve rodeado de claridad celeste .
d~spmés
·de_
haber vivído largo tiempo en horribles tinie–
bIas ...
¡Ayl
madre mía, si
~s
cierto que el
Es'·
•
píritu creador
y
gobernador de todas.lás cosas
babIa alguna vez directamente á la razón del
hombre, el Sefior, Jehová, ó como quieras·Ha-
.
l .
~
\..uarle, deslizó su palabra
~
denu'o de mí en
aquel momento. ;Yo le sentía,
~entía
su vo.z,
\ln BQplo divino
entr~rido
en mí
y
lÍenándome;
y
mi fatigada conciencia ' admitía aquel aviso
sobrehumano cón la emoción grande, con la
turbación piadosa que sólo pueden ser
pr~du
tl.ldas por la directa
voz
de Dios, diciendo:
cEstoy contigo.»
La '
idea de conquistar
mi
bien perdido, mi esposa, por medio de una
tlngida conv.ersión al
c~isti~nismo,
se clavó en–
tonces en mi cerebro para
no
ser arrancada
jamás.
-¿Quieres hacerme
~reer
que Dios, que es
la verdad, te sugirió esa indigna idea?-dijo
Esther, incrédula.-Daniel, tu imaginación
delirante fué la que te habló.
- ¡
Ay
1 si yo pudiera llevar
á
tu espíri tu la
convicción que hay en el míol. •. Infame es la
mentira; pero la situación especial de mi espo–
sa la disculpa. Aun este motivo no sería. bas–
tante poder so; ero hay otro mucho más
"
• ¡