)
...
,
.
GLORIA
279
lnás hijos,
y
el Seilor nos ' castiga por esto.
Pero no' me puedo resignar al castigo, no me
puedo resignar
tÍ,
perderte, .no quiero: defiendo
mi esoro contra todos los Dioses extrufi09,
contra todos los Nazarenos que me
10
quieran
q·uitar... 8e11or, Dios de Abrabam
y
de Jacoh,
antes que consentir e'sto, qnifa la
vida
á
mi
hijo
y '
á
mi
tambi-én,
porque no puedo vivir
sin
él.»
Daniel se sentó á los pies de. Esther,
~po~.
ando sús 'brazos en tas rodi_llas de ella,
le es- .
tl'echó las manos,
y
contemplándola
c.onamor,
le dijo:
'«Madre, madre, óyeme lo que voy
1\
decirte.
-¿Qué?
-La
exaltación que veo
en
ti me obliga
á
revelarte 'un secreto, mi secreto.
-¿Tu secreto?
-Hice propósito de que ningún nacido,
tÍ
f:\.xcepción
de
mi padre,
á
quien escribí ayer, lo
supiese por ahora; pero siento el deseo
y
aun
la
necesidad de revelártelo.'
Esther
oyó
con la más viva ansiedad.
«Dímelo pronto.
-Es un secreto de esos que no se dicen
lnás que
á
Dios, porque sólo Dios puede juz- -
garlas.
-t,Y
yo
o?
-
.
.,.