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. 276
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,
, B. PEREZ GALDOS -.
.
.
¡
prestigio que restan
i
la ' r'aza
judía?
¿Ql~~
has
hecho de esto,- loco? Hemós couservado' hasta
.,
/
ahora, al través de tarit0s siglos., la 'dignidad
~.
de nuestra desgracia, hemos aado
á
todos los
hebl~eos
del mundo
un
ejemplo ·d.e constancia,
de .
firm~~a,
de rectitud, en
~edio
de tas mil
'- desdichas. de
ilu~stro
pueblo,;'
y '
.ahora
tú,
el
que' parecía
nact~o
par.a ' enaltecer más
y
más
todavía nuestro
.~oiñbre;
tú, mi hijo, el amado
entre los
amadó~,
el '
predil~cto
de Dios.
y
de
los hombres., todo lo -desprecias, todo lo plso–
tef\R, ombre
y
familia,
~u '
pobre raza sin pa-
".'
h'i ~{ ,
la /Ley santa, tan
antigua
como el mun–
, do,
·esa Léy ·y esa tradición, Daniel, .que éxis–
-(en desde que el primer hombre-abrió sus ojos.
-
.
-
.
.á
la luz acabada de hacer ... No-, no te conozCO;
. no
el~~s
tú
mi hijo-.
Un
hijo -mío moriría cien
veées antes que arrodillarse '-delante de un so.:.
c.erdote 'cristiano,
y
español por 8)fiadidu ra ,
y
proc-lamal' al Cristo en la misma tierra que
impíamente fnos echó de si,
COIUO
á
seres in–
·mundos. ¡Tú sabes cuánto, cuánto aborrez-
~
co
-·á
este paísl El país que á mis abuelos ins–
piraba un recuerdo melancólico como de pa–
tria perdida, á rni me ha inspirado siempre
aversión, horror. ¡Yen él abjuras
y
nos aban·
donas! ... 1Iuicua traición! Si cuando te tenía
en mis entrufias me hubieran dicho lo que