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-
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B. PÉRKZ GALDÓS
n
:erés..
tú.•. '
¿Sabes
lo '
que es la mentira, una
mentira de 'esa maguitud? Danie], vuelve en tí•
.
~Si
no sabes aú'u mi secreto, muj'er, ¿para
qué hablas? - repuso el . ·hebreo con -cierto
.enojo..
/ ..
.-Tu secreto és
,qH~
fi!1.ges pace.rte cristiano
para salvar á esa joven de la
tir~nfa
,de
SVIS
pa–
r~eñtes" , del
ascetismo, ' de la
de~honr·a.
Esta
~ondticta
es más
vi~uperable
que dejarla aban–
d.~nada
á
~u
suerte. Yo
~
correré á ,casa de esa
noble familia, y dh'é:
'c
Mi
hijo 'os engaf\a: no
le creáis.:t
- ,Me creerá!). porque los hechos ,confirma–
rán 'mis palab.ras-dijo
D~niel
besándole las ,
manos.-Oyeme, .madre
querida~
Ayer por la
ma'ñ~na
vagaba yo por la playa, intérrogando
á
mi conciencia. ¡Ahl no puedes
tene~
idea de
aquellas ter'r'ibleé horas de duda. Yo tenía dos
,
.
'conciencias igualmente poderosas, ¿compren-
'des esto? .• dos conciencias que 'daban la más
,horrenda batalla dentro de mí. ¡Renegar! ...
¡Abandonar
á
un sér querido que me·debe su
. dolor! .• :'Ninguna de estas dos ideas Podía ani-
. q ,!ilar
á
la otra,
y
cuanto más fier-o se mostra–
ba uno de los dos dragones, con más rabia le
mordía, el otro... Imploré
á
Dios gritando en
medio del estruendo del mar:
e
O
la solución ó
la
mue~·te
...
»
E n tonces una idea iluminó ' de