GLORIA
;'
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n~endo
el gusto 'de que el hebreo lo creyese
acertado 'por todos conceptos. De nuevo hizo
protestas de la firmeza de su propósito, ásegu–
rando· que la intervención y los halagos de su ..
m'aure no -le harían vacilai'. Con todas estas '
cosas hallábase el
g~n'eroso
Lantigua muyr -
satisfecho.
Pero
entllrbiaba
liger~mente
sn go..
'lO
la idea de .la mala sálud de Gloria, "'qne en
los últimos días pad/ecía frecuentes accesos fe ..
bl'iles, .en
los
c,uales altern3ba con el agota–
miento' de las fuerzas, .una actividad abrasa- -
dor~
y Ulla com9 acumulación de vida, que
.IÍ
borbotones .salía por los .ojos, mirando, y por
la b.oca hablando. D. Nicomedes, médico
ti–
tullÍr de 'Ficóbriga,
á
quien Lantigua
en~oñtró
aquella tarde, le hjzo
un~
pintura hipotética,
no muy lisonjera, .del estado en que
IÍ
su paré–
cer
debia~
de hallarse el corazón
y
el cerebro
de Gloria. Era el tal hombre excelente y
muy
sabio, soldado viejo de las batallas contra la
muerte,
y
vivía en un pueblo tan obscuro por
am~r
á
la soledad y porque se había cansado .
de ganar dinero en las grandes poblaciones•
. 'renia vivísimo afecto
á
los Lantiguas,
y
era
decidor algo extravagante. Pasaba por libre–
pen8ado~~,
aunque iba
á
misa, .y se le veía en
perenne paseo por los campos, ya contemplan–
do la Naturaleza, ya de cabafia ea cabat'1a, sin