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B. PERRZ ·GALDOS
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.,.¿Temes que esa Doíla Esther contrarie
8U
buen
propósjto?~afiadió.-Si ~a
conversión es
'sincera no
hay
que temer. No
hay~
vigor
que
se igu8rle
al
de un alma iluminada por los des-
o
o
J
tellos de
lPo
gr~cia
divina
y
que se decide
á
echarse fuera de
las
tinieblas. Ni madres, ni
padres, ni abuelos ' pueden
nad~ .
contra
un
alma que .
ha
visto la sal
va~ión
y corre hacia
ell~.
,
o
."
~
-Otras cosas santas
y
bellas dijo el CardeQal;
,,;
.
,
~
mas no son del caso. D. Buenaventura corrl0,
á
~asa
del hebre'o,
á
quien 'no encontró, ni
taropoco
á
su mádre,- que había ido con la se..
dorita de compofiía--
á
visitar ¡cosa inaudital
al Sr. de
A~arillo
y
~ll
esposa. El unico' de
la raza que estaba allí era .
Sa~són,
preparán ..
dose con ayunos
y
mo~~ificaciones,
como
muy
devoto q ue era, para la celebración de la Pas–
cua rabínica. A ratos leía el Salterio en alta
voz con gestos q ue h acían reir
á
todos los
d~
la casa,
y
como esto gastaba sus poderosa.
fuerzas, se confortaba a l p un to con cua tro
~
seis chuletas como ruedas de carro
y
botell a~
de cerveza.
Después de buscar
á
Daniel por todo el pue–
blo,
D.
Buenaventura
le
halló en casa de
e
i ..
fás,
circunstancia que no dejó de causarle
tratieza. Iuformóle del plan de D.
Ang
J,
te-