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GLORIA
43,
--
,
sas,
porque aqu,ella
facultad
suya de discernir
era
/como
un
¡lllonstruo fecundo que
llevaba
d~ntro
de
sI,
y
que'
á
todas boras estaba
pro~
-
creando ideas.
Pronto
pudo.
observar ' que
si
bien
los libros estimulaban en
ella ,aquel
sur· '
gir constante
de pensalnientos varios
'y
jamás
, ideados de otro
alguno, el fenórneno
no
cesaba
por 90111pleto Tenuncian,dó
á
las
jectur-8s.
Esto
la
puso
en
cuidado.
, ,
«Pues
si
110 puedo luenos de pensar-se di–
jo, -al
menos
callaré.»
~
Pero'la
verdad era
que,
aun
sin rnanifestarse
por medio
del discurso, sus facultades estaban
sielnpre en
febril
ejercicio,
y
á
su
observación
110
escapaha
cosa alguna.
Durante largo
tiem
f
•
I
)
po,
's'u,padre
no cfunbió con ella ni
~na
sola
pa:
i
~
1
labra relativa 'á
pingún
alto asunto. Asistía lti ' . \
'!~
¡
joven al culto religioso con
devoción
~inhcio· ~/.
-./
'j
sa
y con
¡'egocijo,
y
en lo demás
inostral;>a
afi.
I .
ción
á
las
COEas
nhnias" detallando hasta ,un
extremo
pueril todos los actos
de la vida.
Te..;
nia cortadas las alas. Así ,la hemos hallado. '
Pero en
sus horas dé soledad
y
meditacióu,
en
los crepusculos que preceden
ó
siguen
~al
sueño,
y
en los cuales
la
percepción \interna
suele
ser más viva, Gloria
sentí~
houdas
voces
den t ro
de
sí,
como si
un demonio
se
metiese en
su cerebro
y
g ritase: