GLORIA
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e
Ya .es tiempo-pensó.-¿Qué -tiene esta
noche el
l'eloj
de la
Abadía
q~;Hf.
no-
suena?~
. Y
no
había
acabado
de
formular esta idea
cuando se oyó la· prime!'a
cfunpanada.,
larga,
cóncava, pesada, prolongada
·como
un lamen..
to.
Como
los duendes.que 'esperan
la
hora
de .
\ su libertad, G10ria se incorporó rápidall;lente.
.
\
Al
dar
la segund.a
. calnpanad~
tomó su
ropa, ..
tanteando en la obscul'}dad,pero sin
'equivo–
~.arse,
'porque sabía muy bien el : lugar
donde ' /
estaba cuoa pieza..El reloj seguía
dando
can1-
panadas lentamente, y
la
seiiol'ita,
con
pres~ ·
_
teza
SUlna,
se ponía los vestidos,
atando"CÍll–
tas .y .ajustando botones en
la
obscríridad
eón
incansable mano.
IJRs
'Ji
n
La.s
se enroscaban
, vel9zlnente cual
menuda~
siol'p'es en su
cintlJ–
.ra. Gloria, vestida por
compie.to, calzada, en ...
vuelta en su manto
neg~o,
se puso en pie
y
di
ó ,
algunos p-asos. Sus
mal~OS ihl~n
deln.ute como
asidas
á
las manos
de
HU
fnutaSl1Hl
·Que
In
-.
guiaba. No tropezó con ningún luueble, 'uo dU)
un solo paso en falso,
y
llegó
(t,
ltt
puartu, 'quo
abrió tan suavemente cunl si
é~:!ta
girara sobro (
goznes de algodón.
Por
el corl'edor discurría como
valla.
crea–
ción de la penumbra llevada en brazos uel aire,
y
sus pasos, como los de pies
que andan
sobre
nubes, no se sentían. Largo rato tardó en des-