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. GLORIA
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.todo, el vaciar botellas de cer,veza
(pagadas,
por el descendiente de Abraham, 'porque Isi- (
dorita
ja'm~s
permitió á nuestro filósofo el g9ce
de un ochavo),
y
alIf '
era el encende!' puros
y
el
hablar .é'osas· que recíprocamente' no entell–
-<lían
e,
Desde que tan gran novedad ocurría en
C~8&
, de la del "Rebenque,
Teresi~a
Il:0
faltó una-sola
Íloch~
en acudir
á
ella, para inquirir, indagar,
hacer comentarios, recoger y glosar cad·a pa- '
labra del caballero hebreo. Ni ge9to, ni acción,
ni
voz,
ni salidá
~i
entrada del joven quedaba
sin ser sometida á prolija "discusión. Ocupá·
rOnf:i8 también las tres (pues antes faltara en el
cielo la casta Diana que á las tertulias la
Go–
be'rnadora de las armas)
de los Lantiguas, de la
casa. de los Lan tiguas, y de la inaudita, es–
candalosa y execrable conducta de la joya de
Ficóbriga. Sí: Teresita la había visto y lo ju–
raba por- todos los santos del cielo. En la no –
che del hines, cuando la llamaron para asistir
al parto de su Hobrina la hija del escribano,
había visto
á
la sefiorita salir de
l~
casa
y
di–
rigirse en compafifa de un hombre hacia el
cementerio. Resistíanse las dos amigas á
creerlo; pero la de Amarillo invocaba á media
corte celestial y al Padre San to en testimonio
de
811 afil'macjq!,l.
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