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. ' B. I'ÉREZ GALDÓS
rrab~s
sería
~ompleta,
porque no deseába mo,
~estal~
'ni ser molestado,
y
esto desagradó S
D_.
Bartólomé, hp-lubre
muy
entrometido;
n<.
así
á
Isirlorita, que siempre ponía
la
ch'cuns-
.peccióll por encima .de
todas
las cosas. ..
Desde eLprimer
rilomento~
la
seffora de
1~
casa
vió
·en
su
huésped un caballero decentísi .
mo, lleno de comedimiento: pntlra
y
g'e.nerosi–
dad. ,Esto, unido 'á la noticia de 'su conversión
y
á
la
insistenci~
con que Teresita aprobaba el
hospedaje, acalló .poco.
á
poco la 'alborotada
conciencia de aquella mujer.
El
primér
día no
pudo arrojar dé su alma el recelo,
y
perlno.lle–
cía del áYi té de Da.niel con .cierto espanto; el se–
gundo buscaba' motivos de háblar con él, ha–
llando su conversación bastante agradable; el
tercero
110
sabía qué hacer para complacerle. .
Jamás. .voluntad alguna
fué
más prontumente
conquistada.
M;orton h uía todo lo posible de
las
conver–
saciones
con
el a ma de la casa, cuyo afán de
tertulia crecía de h ora en h ora;
y
cuando ella
y
su
-~sposo
no
podían hallar
pretexto paro. in–
troducirse en la habitación del fo r astero, se en–
t retenían oyendo chapurrar nuestra lengua
á
Sausón, que había hecho buenas migas con el
flósofo.
J
untábanse por las noches en la sala
ba ja,
y
allí era el dialoga r por sefias, el reir de