122
B. P]f:REZ GALD6s .
-Mi
familia, como la de
usted~djjo,
el he–
breo,-se ha distinguido por su fervor l'eligi,o- '
so, ha sido
y
es, como la de usted, una fami–
lia respetada
y
querida por sus virtudes
y
su
generosidad; ha tenido
y
tiene gran prestigio
on nuestra raza, por sostener con noble tesón
la idea de la consecuencia israelita en medio
de la desgracia en que vivimos,
y
de la degra–
dación en que han caído muchos de nuestros
,hermanos. Yo fuí educado con gran soligez de
-principios. Me infundieron la fe, más en la
conciencia que en la imaginaciÓn, hablándo–
me poco
á
los sentidos y mucho al alma. Ade–
m~s,
me inculcaron la
ide~
de que por
nu~stra
religión fueron revelados al mundo los eternos
principios que lo, -rigen, y que no pierden su
valor por las modificaciones que
recibi~rao
en
uo día memorable. Me han ensefiado
á
amar
una ley que contiene todo 10 bueno y todo lo
verdadero, pues ninguna verdad moral posee
el mundo que no se halle en mis libros. Al
afirmar esto, no llegaré al extremo de creer
que fuera de mi ley todo ,es corrupción, inmo–
ralidad, mentira, como hacen aquí, )no: yo
también cederé, imitándole
á
usted, y diré
que
los preceptos morales por los cuales nos regi–
mos, son los mismos que gobiernan el alma
cristiana, los mismos que gobiernan
á
todos
108