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·

-

- GLORIA ..

I

119

-

ble de una gran falta-añadió Lantigua. con

enel:gfa.-Por estas razones

l:

otras, no .'vaci–

laría en cambiar, al menos aparentemente, lfl,

religión más aceptable por la más desacredi–

tada-. ,

~lAparen_tementel.h

Es decir, con reservas

·mentales .•• -dijo Morton lleno de confusión.

\

-¡Ah! ,veo que 'usted es inás intolerante en

-'lU

religión falsa Iqüe yo en

la

mía verdadera.

Vo concedo algo, usted nada. Siga usted mi .

~jemplo,

y

verá como no soy fanático,. ni in–

trans'igente, ni mojigato. Me atrevo

á

esperar

~

que

mi

creencia se asemeja bastante

en

-el

fondo

á

la de usted,' ó

á

la

de cualquier otro

bombre

del

siglo.

-¿Cómo? - preguntó Morton con

cur~o-

Bidad.

.

-

:-¿Será posible que en el fondo _no pense-

tnos lo mfsmo, Sr. Morton? Oigal!le usted con

atención. Yo creo qne la-fe religiosa, tal como

la han

enten~1ido

nuestros padres, pierde te- .

rreno de día en día,

y

que tarde ó temprano

todos

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cultos positivos

t~ndrán

-que perder

su vigor presente!' Yo creo que los hombres

buenos y caritativos pueden salvarse,

y

se sal·

varán fácilmente, cualquiera que 'sea su reli–

gión. Creo que muchas cosas estableoidas por

la Iglesia, lejos de acrecentar la fe, .la disminu-