..
I
(
,
t}o
B. PÉREZ GALDÓS
\
.
sue1tamente
á
ocupar un
cuarto~ , cuando ' el
mis- .
mo M. Mirabeau
en
persona le detuvo di'cién..
Gole en todas las lenguas posibles menos en la
espafíola:
/"
cCaballero, perdón.- Perdón, caballero;' pel"O
, no' puedo.admitir
á..
usted. Prefiero tener
l~
ca-
l
'
,so,
vacía tres ,años.:t
.
- El
extranjero salió
,á
la calle•.
Su
semblante
indicaba 'gran, pena
y
fatiga;' pero decidido
á·
.
busc~r
alojamiento
~ .
todo trance, preguntó
á
los
tra~seuntes
si no -había en Jric6brjga
algu–
na fonda, posada, mesón
ó
cuchitril además
del .establecimiento de
M~
Mirabeau. Dos mu-
, j~res
le conocieron,
y
lanz'ando' una'
. excla~a
..
ción que más
p~recía
de terror que de sorpre·
aa,
se
apartaron
de él
grit.ando:
«¡El
judíol••.
¡El
judíol '
-Llevo dinero-pensó,-y al fin encontra–
ré un techo.»
A
pesar de que las calles de Fic.6briga est.a–
ban muy obscuras, casi todos los que andaban
por ellas conocían
á
Daniel Morton. Algunos
al verle venir pas.aban
á
la acera opuesta, otros
se detenían para mirarle como
á
un- sér raro.
Oyó
soeCes invectivas ' ó necedades
trivial~s;
per~
de n.adie pudo co'nseguir satisfactoria res–
puesta. Por último, decidió preguntar
á
los ni–
nos, que, por su falta de malicia, no podrían,