GLORIA
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.«¿Eres .de Ficóbriga?-le dij,o
Mor~on.
. .
-Sí, se11or: soy marinero del .cabildo d'e Fi–
cobriga; pero como estoy tan vieJo, hace dos
ailos que no salgo
á
la
mar y vivo 'en la mayor
J
miseria,
si
esto es'
v~vir ; ~
, .
. La voz del anciano temblaba, ' anuncjsudo'
debilidad, haJ;llbre y.frío.
Era
su 'rostro curti40 '
y surcado de arrugas como/pergamino, blanca
su
barba,
.su
est~tura
corpulenta; 'su cuerpo,
á
pesat' de la
desnude~
que le enfriaba y de
la
inttnición que le enflaque.cía, conserváhase·aún
•
J
-.'
derecho; las roturas de la camisa, m·ás
de$g~-
rrada qüe una gavia hendida por los· te'mpo–
rales, dejaban ver el negro pecho veUado, for–
talecido por las plas que 'se habían estrellado
en
él.
En sus brazos,
y
,al'rop
~da
entre andra-
jos,
dorm.íala ni11a angelical suetlb, agarrán-
..
dose con sus manecitas -al
c~ello
del anciano,
mllr~urando
á
ratos algunas palabras y .mo- .
viéndose intranquila" no porque estuviera en-
J.
.
farma, sino porque sofíaba, aun estando en
brazos de la miseria, cosas agradabIes
y
risue–
fia8; por ejemplo: que se .estaba atracando de
bizcochos,
ó
jugando con tres
piedr.as, un pu–
cherito
y
dos panojas, que eran otras tantas
muñecas.
c¿El'es
muy
pobre?-preguntó
Daniel al
meudigo.