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B.
P~EZ
GALDÓS
,
/
-Befler,
no tengo más que
10
que me dan.
Vivía ,con mi hija" que era casada
y
tenfa que
comer, porque su marido trabajába eQ. las mi–
na~.
Pero hará dos meses
se
desplomó una pie-
· dra de las minas,
y
mi yerno murió. Mi
hija
tr'abajaba para mantenernos; mas hará dos se–
mana$ que la enterramos. Dejóme esta ni68;
no tenemos casl:\;, no tenemos más que la
"li~
mosna de las buenas almas,
y
hasta ahora, ni
mi nieta ni yo nos hemos muerto de hambre,
porque el Seilor ha sido bueno
y
nos ha
mir~.
do todos los días.
~
.
,
~
~
-, Daniel sacó una moneda' de oro, diciendo ,
para
eí:
, cAhora sí que voy
á
ganarme un amigo.'
Entrególe la limosna,
y
el anciano partió
después de dar las gracias
y
de prometer que
rezaría
á
,la Virgen del Carmen por el alma
del
favore'cedor. Morton le 'observó desde lejó,s; le
vió detenerse' enJa esquina 'de
la
cálle de .la
Poterna, donde había un farolillo,
y
examinar
la
-moneda
á
la débil luz de la '
~ntorcha,
mu·
nicipal; le
vió
inclinarse al suelo para sonar .
la
pieza de oro sobre una piedra,
y
luegQ el
anciano volvió corriendo
al
lado de
Daniel
Mor ton.
«¿Qué
hay?-le dijo
éste.-¿Es falsa?
-No.
sellor! es que se ha equivocado usted