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"

9. PEREZ GALDÓS

------

-

saltando 'como un sér cü,'utivo que recobra la

libertad. Un' sochantro andaba solo '

por tal

calle mirando

á

todos lados, y Sildo incensaba -

~

por broma

á

los que se-habían refugiado en

los '

.

.

portales

y

en

las tiendas.... ¡Yen tanto el al-

calde, aquella providencia, aquella alta perso–

nificación del orden, aquella mente suprema

en

cuya pi'evisión descansan los pueblos, si al

fin pudo ,esgrimir su bastón en el .sitio mismo

de la reY61'ta, no

Ila~ía

logrado tener al alcan–

ce de su voz y de

su

mano

4

los

' deUuct~ent~s,

no había podido dar 'público testimoulo de su

justicia,·

ni"

hace.r de

úoa

mari~ra d~Llmática

y

, elocuente

J

á

los ojos de todos,

el

ejemplar que

,

~an

inaudito caso

exigía! '-

«¿Dónde están? '¿Dónde. están?» decía

re-o

volviendo

á

los cuatro 'puntos del horizonte

BUS

ojos, que echaban sentencias,

~u1tas,

días

d.é

cárcel, penas de cadena perpetua, de garro–

te

viL ·

/ Dió

órden~s,

tan terribles

á \

l~s

alguaciles,

I

J

qu'e éstos t emblaban.,El princ;ipal de ellos ha–

bría deseado acudir

á

un mismo tiempo

á

to–

das partes en busca de los culpables; pero

DO

pudo ir más que

á

una, aunque D. Juan le

. grit'aba:

cAl

momento,

al

níOlueuto. •.

iUlllediala –

mente, préndaules ustedes.» ,

/'