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GLORIA

sia,

nzutatis

mutancli,

dijo también que al pe–

netrar con ánhno valeroso en el laberinto de

desvergüenzas, engafios, groserías y envileci-

. miento que con tapto chiste pinta la

litera.tu–

ra picaresca, no podía menos de considerar

á

la sociedad del siglo

XVII

como una sociedad

artista en

la

imagina~ión,

pero caduca en la

conciencia; y que comprendía el decaimiento

de ]a raza eepnfío]a, que

á

la sazón nO

conse~yaba más virtud que un heroísmo ciego, virtud

no suficiente

á

suplir la falta de un sentido

moral puro

y

de una religiosidad sencilla

y

desnuda 'de superstición.

Cuentan que D. Juan-de Lantigua, cuando

esto ayó, estuvo largo rato perplej9

y

confuso,

no tanto por lo peregrino de tales conceptos,

sino por el desenfado con que su hija los ma–

nifestaba.. Sucedió á la confusión cierto terror

ocasionado por la pl'ecocísima aptitud .que

. mostraba Gloria para el sofisma

y

la paradoja;

mas notando en ella un entendimiento de mu–

cho brío, aunque extraviado, consideró lo me–

jor llevarlo dulcemente por el buen camino.

Con tales ineas

y

propósitos ordenó

á

su hija

que se diese una buena hartada de comedias

de Calderón, acompafíándola con lecturas dia–

rias de Jos místicos, poetas

y

prosadores reli–

giosos, para que variasen

BUS

ideas radical-

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