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B.
PÉBEZ
GALDÓS
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mano, la hija
de .aquél que :fué
tan
justamente
querido
én
todas par.tes... de aquél .que tanto
enalteció con
sus
v~,rtudes
y
con
s.u
talento
el
nombre de Lantigua..
.!
¡cómo podría yo pen–
sar que' al entrar tu, una mujer de mi sangre
y
de mi nombre, en esta capilla, habían de hui!
escandalizados los freles con espanto de tu
compafifa!
~
Gloria no contestó. Cruzadas las manos
80-
bre las rodillas, tocando la barba ,en el pecho,
01a
el lastimero clamor de su tía, y
~pul'aba
ein protesta el ·cáliz.
eYo lo sufro con paciencia-continuó la
8~
fiora tomando las manos de su sobrina yes–
trechándolas con carillo.-Yo lo sufro con
pa–
ciencia,
y
además, hija de mi alma, reconozco
que tienen razón.
~
Al oir esto, Gloria. se estremeció. Sus labio'
se desplegaron, inci tados por la palabra que
quería salir... pero no dijo nada, y volvió
á
in–
clinar la cabeza.
cSi- afladió Serafinita,-sí, tienen razón.
E l carillo no me ciega , bij a, y veo con clari–
dad tu tristísimo estado, y disculpo
á
las per–
sonas que apartan de tu presencia
á
las tier–
nas nifla.s .. . Si hicieras lo que yo te ruego
á
todas horas... si siguieras mis indicaciones,
que so las de
Ulla
madre des it teresaua,
y
se