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GLORIA
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minio9- del arte de la aguja. Se sabía de
me-
~
¡POfi.S,
sin omitir letra, los
·deberes del
lt01nore,
y
era regular maestra en tocar el piano, ha–
~lándose
capaz de poner las mallOS en cual·
q~iera
de esas horrible.s
fantasías
que son en–
canto de las nifías tocadoras, terror de los
oídos y ·baldón del arte musical. . -
.
• I
. -Lantigua la oyó- recitar trozos de Historia
cSagl'ada,-'
y
llQ.
~pa~'eció
S8 tisfecho.
«
En
es,tos colegios del
día-afirmó,~prepa
r-an el 'entendimiento de ' los nifios para las
ideas como los dedos para las teclas. El peu–
_Bar es tocar, reproduciendo con el
ól~gano
de
la palabra la música del Padre As.tete.»
Un día, como Gloria, vié'ndole
~umergi?Q
en hondos comentarios ·sobre la-unidad reli- '
giosa impuesta
á
los Estados después de la
unidad política, se permitiese decirlé que en
, su aentir los reyes de
l~JspHiia
I
habían hecho
: mal en arrojar del país
á
judfos
y
á'
moriscos,
Lantigua abrió mucho los ojos,
y
después de
contemplaría en silencio, mientras duró el bre–
ve paroxIsmo de su asombro, le·dijo:
e
Eso es saber más de la cuenta. ¿Qué en–
tiendes
tú
de eso? 'Vete
á
tocar el piano.»
Gloria corrió como un pájaro alegre que
siente en su alma el ansia de trinar,
y
posán–
dose en la banqueta
y
dejando correr sus roa-
;
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(
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