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GI:OUIA
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_cStñores, ninguna voz más desautorizada
que la mía,
par~
dirigiros la palabra. Joven,
sin experiencia, sin conochnientos, me falta
autoridad. Válganme por las prendas de que
care~co"
mi ácendrada fe, mi sincero amor al
"
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catolicismo,_ ios esfuerzos que hice en mi limi-
-
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tada esfera para conseguir, el triunfo práctico
de la Iglesia, de esa amorosísima
Madr~
nues·
tl~a ;
por
q~lien
-vivimos, por quien alentamos,
por quien réspiramos. Dios ha, querido que el
más indigno de sus soldados , "el más peql1efio
<;le sus: servidores, alcance hoy un t riunfo ma–
teri~l
en las contiendas que han "establecido
los inicuos. Él me dé fortaleza. para defender–
le; Él dé
á
mi labio energía,
pod~r
á
mi cora–
zón, vigor
á
mi espíritu.
Estote ergo
j ortes
in
bello:
,Sed fuer tes en la guerra.•
-.Inmensa, asquerosa, pes tilente lepra
cubr~
el cuerpo social. El llamado
espíritU,
modernl!,
dragón de cien deformes cabezas; lucha por
derribar el estandarte de la cruz. ¿Lo permitire–
mos? De ninguna manera. ¿Qué valen algunos
centenares de inicuos depravados contra la
mayoría de una Nación católica? Porque no
sólo somos los mejores, sino que somos los
más. Alcemos en esta Cruzada el glorioso es–
tandarte, y digamos: cAtrás, impíos, malva–
dos sectarios de Satanás, que
cODtra~
el reino
l
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