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. ¿
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2G6
B.
PÉREZ
GALDÓS
"
calabacjnes rellenos, .en
.198
cuales
no
s~ ~abfa
qué
admirar puis,
si
el.especioso sabor del al
~
ma
ó
la
dulzura del cuerpo,
y
támbién gran
copia de colo1:8d08
pimientos~ '
que
~como "
lIa..
, __ mas .de
fuego
iban de boca
en-DÓCB", . .'
...
.
\
/
.
. .¿Y qué diremos de los v-inos, algunos ' de
'.
ellos 'de las
mejore~
esti_rpes
andaluz~s?
¿qué
' .
. de los dulces
y
plato_s de leche, que .oastadan
palea
hartar
á
-todos los
golosc~
de
l~ cristian~
•
dad? Por último, el generosó aroma del tabaco .
.
.
~
.
- habano ,se dejó sentjr,
y
un~ azulada .nube ·flo~
.tó sobre la meSR, envorviendo el grupo de con–
vidados en sensual atmósfera.
,
El
~nfitl'ión
D. 'Sil véstl'e Romero (la moda
"
I
1
•
nos
oblig.a .á darle. aq}lel nombre)
había
aomi-
. do bieQ;
D.
Jq,8~
nó había he.cho más que
pl'obar los platos; Rafáel del Horro
~stl1VO
muy' .
parco" y
,D.
Juan Amarillo devoraba. Los.
de–
más no desairaron
á
D.
Silvestre\" Este se des–
vivía porque todos comieran mucho; no tenia
consuelo al \Ter que no· se atraQaban como
él, .
Y
á
cada instante les excitaba ecbándoles en
cara
f8U
desgana
y
pt~sentándoles
108
platos
para que repitiesen ..
Fué
digno de
. nótllrs~
un
incidente de la comida, por la semejaüza que
ofrecía con casi todos
108
banquetes polftico8
que se celebrau en Madrid. Rafael del Horro
propuso que el raQl illete puesto en el centro
de