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,
XXXI
Pausa. El conflicto parece resolverse, ,
y
Jan
sólo
se aplaza.
¡
.
,
"
.
Por
desgracia
6
por ventura suya (qne esto
no
~em-os
de
dill1cid~rlo
ahora)) Gloria
mov'ía
con
luás vigor
á.
cada instante las funestas
alas de su
latitudinarismo,
que
debían. con–
ducirla
Dios
sabe
á
qué
regiones
de
e~panto.
Después de meditarlo mucho, D.
Angel
resol–
vió ,no revelar
á
su' hermano la funesta pasión
de Gloria.
Aquello era
ya
cosa ,pasada.
y'
re–
suelta,
y
mieutras
más pron
to se olvidase
me-
\
o
jor. Pero nI mismo
ti~lnpo
juzgó
prudente
ad• .
vertide
de los errores de su hij
R,
porque si
SE
les dojaba,
tomal'íap
gran crecimiento,
coma
la
mala hierba. .
No
es
preciso
decir
que D. Juan
sintió
viva
pesadumbre al conocer las
de~carriadas
pen–
dientes
por donde
iba
dando
~umbos
el
des–
pel1ado
pens8luiento
da sn hija.
Recordando
entonces
las
atrevidas
ideas de Gloria dos afios
antes,
comprendió qua
el mal era
antiguo
y
que sólo
variaba de
forma.
Amargó~ele
la
vida
,
"