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XX~11
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Los cazadores· de
,VO~OS'.
' .
Llegó la víspera de Santiago,
y
no eran la!)
nueve de
la
matiana cuando 'oyóse gran voce·
río
en
la
c~sa
de
Lantigna~
Echóse fuera
de
su
despaého
D.
Jüan,
créyend~
que ,había
es,
tallado
un
motín
en
su vivienda; ma.s-se
tran~
,
quilizó viendo que
"toda
aquella
algazara
hl
h acIa D. Silvestre
RomerQ.
.
e
lGa,namos las elecciones! . ¡Ganamos las
eleccionesf.
La
vigorosa
y
·sensual -cara de
emperador
romano despedía fu lgore,s .de-
aleg~ía
y
orgullo;
Juntamente con Romero venía
su
amigo
. Rafael
,d.elHorro, candidato triunfante,
á
quien.
también "fe rebosaba
el
júbilo por
10'8
ojos.
No
les
había
abrazado aún
D.
Juan,
cuando
em–
, pezaron
á
contarÍe
los
graéiosísimos lances_
do
la
lucha, que salpimentados 'con
mil ,donosas
ocurrencias del cura, hacían morir de
rl.s8.
e
Si no
fuera
porque es caro, inmoral
y
per–
nicioso-decía del Horro desprendiéndose' de