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GLORIA

-I53

los Juriosos que entusiasman al partido.»

Yo,

- que no soy capaz de matar una-pulga, ni gusto

de qne se molesté

á

nadie, predico la ruina de

la sociedad actual; yo, que. tengo como cada

hijo de vecino mis dudillas acerca

d~

muchas

cosas que nos ensefia el Catecismo, aunque no

de las principales, parece, según la vehemen–

cia con que lo digo, que me quiero tragar

á

los que creen poco.

-¡Ahl ¡ahl-exclamó el cura riendo;-ese

es mal común

á

toda la gen te de hoy, blancos

y

negros. Nadie tiene fe. Hace poco hablaba '

yo ·con un señor .que pasa la vida escribi'endo

contra los incrédulos .y llevando

y

trayendo

recados al Papa. En confianza me

d~cía:

«Se–

.11or D. Silvestre, no hay quien m·e haga creer

en el Infierno.»

Y

o me reía mucho con sus ra·

x'ezas,

y

jamás disputábamos, porqu-e aborrez–

co las disputas. Ibumos

á

cazar juntos. Yo le

\ enseilaba el cartapacio de mis sermones para

~

que les echara un vistazo... Ya se ve... Es per–

: sona de muy buen gusto

y

est~lo,

una especie

1

de Fray Luis de Granada sin hábitos y sin fe,

y

por lo demás sujeto

apreciabilísim~,

persona

excelente. Usted también es de los que hablan

mucho y creen poco. -

-Entendámonos, sefio1' cura. Yo creo

que

sin religión no hay sociedad posible. ¿A dón,:"

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