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152
B. PÉREZ
G
ALUÓS
,
-¡Ajajál .Ya lo sé. Gastos atroces, ¿no e&
, verdad? ¿Pues qué? ¿Quería usted pescar tru–
ch~s
á bragas enjutas?
-No... ya 'sé cómo-se pescan.
~Por
eso dicen que en Inglaterra sólo se
dedican
á
la política los
l'icos~dijo
el cura.–
Este sistema me parece excelenté. _
-En España, por el contrario, es la carre–
ra de los pobres. Y es un ·mal, lo conozco;
pero ¡qué se ha de
hac~rí
Los pleitós no dan,'·
amigo mío, sino
á
los que han empollado el
buiete con el calor que les dejó en el cuerpo la '
} silla ministerial. ' Los negocios exigen capital;.
el comercio menudo es indigno de quien · ha
.
"~estudiado
una carrera científica; no quedan,.
' .
~
.
: ';pues, más que las armas
y
la política,
y
á
mi
~ ~f llo
me gustan las armas.
.
.
~
.
~
..
:~
-Las armas de
la '
palabra, de la
plu.ma, ·
i ,:lami~o
mio'-dijo el cura' con entusiasmo.–
~
;l ¿Sabe usted que si
~lguna
cosa envidio
en.es"'
~ ~te
mundo es la
glorIa
de usted? ..
! .~
-Pues tiene
POLO .
de envidiable-replicÓ
f
.~:::
Rafael
~on
cieJ' to tonillo de despreocu
p~cióu
.
~
~
que contrastaba con su haqitlial éníasis.-
Y
o
..¡
.
/
-
., _. me
110
9J
veces de mi mismo,
y
cnandp estoy
á
súlas en mi despacho, me digo:
'; «
Parece '
mentjra que seas
tú
mis~o
ese que pronullcia
.~ales
discursos terroríficos
y
escribe los
ál'tícu~