GLORIA
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y
pulcritud, hasta que Francisca, no pudiendo
tolerar tal invasión en sus dominios, le dijo de
muy mal talante:
c¿Qué haces ahí, tonta? ¿Qué comistrajo es
ese?
- Tú sí que eres tonta-repuso Glorio; rien–
do.--¡Qué entiendes
tú
de cocina' fina,
ni
de
pudines!
·_¿Y
eso para quién es?
-prosiguió.larespe–
table criada con ironía.-¿Para el perro?
Ni.
tia, por Dios, que te vas
á
echar
á
perder las
manos. Vete arriba, que aquí no hacen falta
espantaj?s.
:t
. La antigua cocinera trataba
á
Gloria con
la
familiaridad de los criados que han visto na ..
cer
á
todos
Jos
nifíos de una casa. Después de
agitarse mucho, dió la se110rita por terminada
su
tarea
y
abandonó la cocina,
subi~ndo
á
su
cuarto,
Bond
e se
ocupó en arreglarse
y
poner..
se
guapa, porque
la
hora del - almuerzo se
acercaba.
Atentos
á
ella, entraron en
la
casa D. Ra–
fael del Horro
y
el cura, que aquel día anda–
ban muy entretenidos con el negocio de su
viaje electoral. Subieron
á
saludar
á
D. Juan
en
su
despacho; pero como
ha~laran
á
éste
muy atareado con las cartas que escribía pa–
ra varios pel'sonajes jntluyentea de la provin-