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XIX
'/ . El
náufra~.
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Le asistierón con grande
solicitu~;
le acos–
. taroD; vino D. Nicomedes, médico titular de
Ficó
briga.
~.
.
cGolpes en la cabeza, que no parecen te-
.
,-.....
ner gravedad-dijo,-y además un poco de.
asfixia.
~
Ordenó algunos remedios caseros
y
que
le
dejasen reposar después-.
Hízos~
todo
c~n
pres–
teza,
y
el enfermo, después de pronunciar al–
gunas palabras
á
media voz, descansó, al pare–
'cer tranqujl0.
Sa1iero~
de la pieza un
instante~
y
cuando volvieron
á
entrar, el caballero (pues
indudablemente lo era) sacado de las aguas
abrió los ojos mirando
á
todos lados con cu–
riosidad.
cTranquilícese usted-dijo D. Juan.-Está '
usted entre amigos, bien asistido, y no carece-
rá de nada. El lance ha sido terrible; pero gra.;.
cias
á
Dios, usted
y
sus dignos compatleros
están en salvo.»
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