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como, por ejemplo, una mulata

de Evora, Maria Barbosa, una

mujer exiliada en Africa y lue–

go enviada a Brasil, antes de

ser «repatriada» a Lisboa para

allf ser procesada por la lnqui–

sici6n; para Mexico, escogimos

al indio letrado Domingo Chi–

malpahin, autor de una obra

hist6rica y de un diario con hori–

zontes planetarios y sobrevivien–

te de la aristocracia indfgena

en el Mexico espanol; para el

mundo oriental, nos escogimos

al cronista Diogo do Couto, un

portugues de Asia , establecido

en Goa, que nos dej6 una histo–

ria de Asia y de los portugueses

en Asia; nos interes6 tambien

la figura de Roberto de Nobili,

un jesuita italiano inmerso en

el mundo hindu, que se volvi6

brahm6n para cristianizar a los

moradores de Madurai en el sur

de India; en fin presentaremos

a un espanol de Mexico, Rodri–

go de Vivero, que se preocup6

por establecer las primeras re–

laciones entre la Nueva Espana

y Jap6n.

Todas estas «vidas parale–

las», que nos llevan de Portugal

a Africa , de Africa a Brasil, de

Brasil a Mexico, de Mexico al Ja–

p6n ya la India, nos muestran si–

tuaciones del pasado, que para

muchos no perdieron nada de

su actualidad. Todas estas figu–

rasencarnan la movilidad de los

cuerpos, de las cosas, de lasno–

ticias y de las ideas en aquella

epoca; el encuentro

y

el enfren–

tamiento de las religiones y de

las sociedades; los desarraigos

y las rupturas con los antiguos

etnocentrismos. Fueron todos al

mismo tiempo heroes y vfctimas

de la mundializaci6n iberica.

Joyas de la Biblioteca

LA VIRGEN Y LAS DOS TORRES .

fa

HISTORIADOR Y LA MUNDIALIZACl6N

«Babel»

Una obra cinematogr6fica pue–

de ser un instrumento para di–

vulgar ideas sobre el pasado.

Mas tambien nos puede ense–

nar nuevas maneras de ver el

mundo. En el ano pasado, una

esplendida pelfcula mexicana,

«Babel», realizada por Alejan–

dro Gonzalez ln6rittu, nos revel6

c6mo un relato cinematogr6fi-

co podfa pulverizar las fronteras,

descentrar las miradas, acabar

con las visiones locales y provin–

cianas de una «mexicanidad»

agotada, con el objetivo de co–

nectar tres contextos, tres histo–

rias dentro de una problem6tica

comun: una historia sucedida en

la frontera norteamericana, una

historia marroquf, una historia ja–

ponesa. El conjunto configura

una imagen global del mundo

.

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El padre Jose de Acosto, jesuito, descomuno/, trot6 en

Historia natural

y

moral,

de

me–

ta/es, pion tos, onimoles, ritos, ceremonios, /eyes,

o sea,

def cielo y de fa tierro, en 1591 ,

de un lncorio que sin el inco, via todovfo vivo. Estuvo en el Peru de 1572 a 1585. Despues

se fue a ver c6mo era Mexico . Luego Espana, Romo. Muri6 de Rector de Jesuitos en

Salamanca. Un hombre de las acuotro mundos», de Gruzinski.

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